Los aditivos alimentarios cumplen una función importante al preservar la frescura, seguridad, sabor, aspecto y textura de los alimentos procesados. Estas sustancias se agregan con fines específicos, ya sea para garantizar la seguridad del alimento o mantener su calidad durante el almacenamiento. Por ejemplo, los antioxidantes impiden que las grasas y los aceites se vuelvan rancios mientras que los conservantes evitan o reducen el desarrollo de microbios (como el moho del pan), y los espesantes permiten que las preparaciones a base de frutas adquieran consistencia “gelatinosa” para que se puedan untar en el pan tostado.
Los colorantes se utilizan para aumentar el atractivo de los alimentos. Si bien estas sustancias no aumentan la seguridad ni mejoran la textura, permiten ofrecer a los consumidores una selección de productos que les resulte más atractiva o agregue placer a la dieta gracias a su color. Los aditivos pueden añadir propiedades organolépticas específicas a los alimentos (como sabor y textura) para responder a los hábitos culturales y las expectativas de los consumidores.
Todos los aditivos deben ser aprobados por las autoridades competentes, que establecen límites estrictos en cuanto a la cantidad y el tipo de sustancias que puede emplearse. Todos los aditivos deben figurar en la lista de ingredientes del envase de forma que los consumidores puedan elegir libremente.
Tomado de: eufic.org
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