Foto: SCIELO |
Gran parte de la investigación sobre la microbiota intestinal se centra en los microorganismos intestinales, ya que se cree que influyen en la salud de diversas maneras. Existen datos que demuestran que personas con determinadas enfermedades (por ejemplo, enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad del intestino irritable, alergia) tienen una microbiota diferente de la de las personas sanas, aunque en la mayoría de casos es imposible precisar si la microbiota alterada es una causa o una consecuencia de la enfermedad. Los patrones de la microbiota intestinal que están asociados con la salud son, no obstante, más difíciles de definir. La composición de la microbiota intestinal es muy variable incluso entre sujetos saludables. Los investigadores han descubierto que, incluso aunque la composición varíe entre personas, distintas composiciones pueden tener funciones similares (por ejemplo, cómo descomponen los microorganismos ciertos compuestos de los alimentos o cómo afectan al sistema inmunitario del cuerpo). En consecuencia, se ha señalado que es más importante para la salud la función de la microbiota intestinal, en vez de la composición.
Los microorganismos presentes en el intestino desempeñan un papel fundamental en la salud digestiva, pero también influyen en el sistema inmunitario. Los tejidos inmunitarios del tracto gastrointestinal constituyen la parte más grande y más compleja del sistema inmunitario humano. La mucosa intestinal es una gran superficie que recubre el intestino y que está expuesta a antígenos patógenos (causantes de enfermedades) y antígenos ambientales no patógenos (sustancias que provocan que el sistema inmunitario produzca anticuerpos). En la luz intestinal, los microorganismos desempeñan un papel vital en el desarrollo de un sistema inmunitario robusto y equilibrado. Las alteraciones de la microbiota intestinal de una persona, algo que puede ocurrir, por ejemplo, al ingerir determinados antibióticos, pueden aumentar el riesgo de infecciones con la aparición de patógenos oportunistas como la especie bacteriana Clostridium difficile.
En los últimos años, diversos estudios de investigación han relacionado la microbiota intestinal con el peso corporal. Si bien gran parte de la investigación todavía se encuentra en fases incipientes, diversos estudios han revelado que las personas obesas tienden a tener una composición de bacterias intestinales en cierto modo diferente. Actualmente se desconoce aún si la composición de la microbiota alterada es una causa o una consecuencia de la obesidad. Asimismo, los estudios reflejan que la composición de la microbiota intestinal varía con la pérdida y/o el aumento de peso; sin embargo, todavía se está debatiendo la importancia de estos cambios en la salud humana. Algunos investigadores han sugerido que la microbiota de las personas obesas puede contribuir a que el cuerpo aumente la cantidad de energía que se “cosecha” de los alimentos, señalando que es posible que determinadas estructuras de microbiota intestinal puedan incrementar la posibilidad de convertirse en obeso. No obstante, esta teoría sigue siendo objeto de debate y se necesitan más estudios para investigar si esta hipótesis es cierta. Hasta ahora, muchas de las pruebas sobre la asociación entre la flora intestinal y el riesgo de sufrir obesidad proceden de estudios con animales. De ellos se deduce que una microbiota “obesa” (es decir, ciertas composiciones de la microbiota encontradas en personas obesas) puede causar mayor obesidad y cambios metabólicos desfavorables en ratones estériles delgados. Si bien es cierto que los modelos animales arrojan datos interesantes, no se pueden extraer conclusiones directas sobre estas asociaciones en humanos. Este ámbito de investigación es relativamente nuevo y se precisan más y nuevos estudios, especialmente en humanos, para entender cómo y hasta qué punto la composición de los microorganismos en el intestino influye en diversas funciones metabólicas del cuerpo.
Fuente: www.eufic.org
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