La intolerancia a la lactosa se
define como la incapacidad parcial o total de digerir la lactosa de la leche
debido a niveles insuficientes de la enzima lactasa. La lactosa digerida
parcialmente no se absorbe en el intestino delgado y pasa al intestino grueso
sin hidrolizarse. Allí las bacterias la fermentarán originando hidrógeno y
otros productos de desecho que provocan los síntomas de
intolerancia. Hipócrates la describió por primera vez hace 400 años.
Tratamiento de la intolerancia
Muchas personas con intolerancia a la
lactosa pueden consumir leche y productos lácteos sin padecer síntomas,
especialmente si los ingieren en pequeñas cantidades y acompañados por otros
alimentos (leche con café o cereales). Otras necesitarán la restricción de
la lactosa hasta la resolución de los síntomas, generalmente durante al menos 4
semanas. Para evitar carencias nutricionales, los pacientes deben
reintroducir la lactosa para inducir tolerancia, y de esta forma asegurarse de
que la dieta no está siendo restringida innecesariamente. Después de un
período de exclusión de la lactosa y del cese de los síntomas, se pueden llegar
a tolerar raciones de hasta 12 g de lactosa (equivalente a la presente en 1
vaso de leche). La fermentación de la leche aumenta la tolerancia a la
lactosa debido a su transformación en ácido láctico, por ello los lácteos como
el queso curado o semicurado, el yogur y otras leches fermentadas pueden ser
consumidos por personas intolerantes. Estos componentes básicos de una dieta equilibrada
y sana, al carecer de lactosa o contenerla en pequeñas cantidades, no provocan
los síntomas de la intolerancia. Además, la reintroducción de la lactosa
puede ayudar a disminuir los síntomas de la intolerancia, lo que sugiere que
pudiera haber una adaptación en la microflora colónica para la cual la lactosa
se podría estar comportando como un prebiótico. Los lácteos suplementados
con probióticos reducen los síntomas de hinchazón, posiblemente como
consecuencia de que la lactasa microbiana mejora la digestión de la
lactosa. Existen marcas que comercializan actualmente leche con lactosa
hidrolizada que por lo general son perfectamente toleradas por las personas
intolerantes. Otra alternativa posible consiste en añadir lactasa
(lactoacidófilos) a la leche tras su calentamiento o tomarla en cápsulas antes
de cada ingestión.
Fuente: lacteosinsustituibles.es
Fuente: lacteosinsustituibles.es
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