Procede del sudeste asiático, concretamente del área de la India y China. Desde estos países se difundió por todo el mundo a través de distintas rutas comerciales, lo que propició su expansión. Pero no fue hasta principios de la era cristiana cuando se generalizó su cultivo en los países mediterráneos, sobre todo del norte de África.
A Europa llegó con la expansión del Imperio Romano, pero su aceptación fue muy escasa, ya que se empleaba sólo como medicamento en forma de cocimiento, en el que se obtenía el “agua de arroz”, que tenía como principal virtud ser un buen emoliente.
En torno al siglo X los árabes lo introdujeron en España, y a ellos debemos su nombre: “ar-rroz”. Lo cultivaron en los humedales valencianos y andaluces, de ahí su encuentro con tres ingredientes importantes de nuestra cocina: el aceite de oliva, el azafrán y el ajo, que posibilitaron nuevas aplicaciones de las que hasta aquel momento se habían hecho con este cereal. En el siglo XV pasa a Italia, y en el XVI es introducido en el continente americano por Cristóbal Colón.
Fuente: alimentación.es
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