Para cualquier persona sana, la sed es una guía adecuada para tomar agua, excepto para los bebés, los deportistas y la mayoría de las personas enfermas y ancianas. En estos casos conviene programar momentos para ingerir agua, ya que la gran demanda y los mecanismos fisiológicos que determinan la sed en estas situaciones pueden condicionar desequilibrios en el balance hídrico con importantes consecuencias para la salud o el rendimiento físico o intelectual.
Nuestro organismo posee una serie de mecanismos que le permiten mantener constante el contenido de agua, mediante un ajuste entre los ingresos y las pérdidas. El balance hídrico viene determinado por la ingestión (agua de bebida, líquidos, agua contenida en los alimentos) y la eliminación (orina, heces, a través de la piel y de aire espirado por los pulmones). El fallo de estos mecanismos y las consiguientes alteraciones del balance acuoso, pueden producir graves trastornos capaces de poner en peligro la vida del individuo.
Una correcta hidratación la podemos conseguir mediante nuestra alimentación y el uso de agua u otras bebidas. Aunque el agua es la bebida por excelencia y representa la forma ideal de reponer nuestras pérdidas e hidratarnos, debemos de ser conscientes de que, desde el principio de los tiempos, hemos buscado otras fuentes de líquidos con capacidad de hidratación. En las últimas décadas ha aumentado el consumo de diferentes bebidas, proliferando las bebidas con azúcar.
Dado que el consumo excesivo de azúcar se ha relacionado con la obesidad y otras enfermedades crónicas, es evidente que debe racionalizarse el uso de estas bebidas calóricas especialmente en niños.
Si quieres ver todas estas consideraciones en cuanto a la hidratación y las diferentes recomendaciones que se realizan al respecto, pulse aquí.
Fuente: Iglesias Rosado C, Villarino Marín AL, Martínez JA, Cabrerizo L, Gargallo M, Lorenzo H, et al. Importancia del agua en la hidratación de la población española: documento FESNAD 2010. Nutr. Hosp. [revista en Internet]. 2011. 26(1): 27-36. Disponible en: http://www.nutricionhospitalaria.com/mostrarfile.asp?ID=5167
Nuestro organismo posee una serie de mecanismos que le permiten mantener constante el contenido de agua, mediante un ajuste entre los ingresos y las pérdidas. El balance hídrico viene determinado por la ingestión (agua de bebida, líquidos, agua contenida en los alimentos) y la eliminación (orina, heces, a través de la piel y de aire espirado por los pulmones). El fallo de estos mecanismos y las consiguientes alteraciones del balance acuoso, pueden producir graves trastornos capaces de poner en peligro la vida del individuo.
Una correcta hidratación la podemos conseguir mediante nuestra alimentación y el uso de agua u otras bebidas. Aunque el agua es la bebida por excelencia y representa la forma ideal de reponer nuestras pérdidas e hidratarnos, debemos de ser conscientes de que, desde el principio de los tiempos, hemos buscado otras fuentes de líquidos con capacidad de hidratación. En las últimas décadas ha aumentado el consumo de diferentes bebidas, proliferando las bebidas con azúcar.
Dado que el consumo excesivo de azúcar se ha relacionado con la obesidad y otras enfermedades crónicas, es evidente que debe racionalizarse el uso de estas bebidas calóricas especialmente en niños.
Si quieres ver todas estas consideraciones en cuanto a la hidratación y las diferentes recomendaciones que se realizan al respecto, pulse aquí.
Fuente: Iglesias Rosado C, Villarino Marín AL, Martínez JA, Cabrerizo L, Gargallo M, Lorenzo H, et al. Importancia del agua en la hidratación de la población española: documento FESNAD 2010. Nutr. Hosp. [revista en Internet]. 2011. 26(1): 27-36. Disponible en: http://www.nutricionhospitalaria.com/mostrarfile.asp?ID=5167
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